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DIARIO CÓRDOBA

 

Ante estos cuadros Antonio Bujalance se nos muestra como absorto testigo conmovido de todo este vasto proceso de millones de siglos, que le sirve tanto para ofrecernos una lectura moral de la planetaria realidad actual como un puro y estricto ejercicio apasionante sobre los valores netos y esenciales de la pintura, unos valores que a su vez, dentro de su prioritario y sugestivo informalismo, vienen a reflejar tanto una cosmogonía como una consumación.

Originaria Terrenidad en la gestación del proceso, vuelven a aflorar en esa otra serie, titulada “Caos primegenio”, en la que Io telúrico fundacional y creador se explaya en la vasta y dinámica vorágine de formas y fulguraciones de lo geológico, de un magna volcánico y genesíaco en el que la lava ardiente y metafórica simboliza la explosión originaria de la materia, la eclosión generatriz de los flujos primordiales en la primera respiración del mundo.

Pictóricamente todo ello se resuelve mediante una técnica mixta de óleos y acrílicos que vienen a configurar una materia textual incandescente, cuyas blancas ráfagas y aleteantes llamaradas se oponen a los valores estáticos de los ”negros” coprotagonistas, en una pugna cromática de sombras rotundas y abisales -expresión del vacío- y de deslumbrantes fulguraciones lumínicas.

El coro de los azules, de los grises y de las gamas encendidas constituyen con la anterior una extrema visión de la Naturaleza en su estado original, una reflexión sobre un paisaje nada convencional, que, a la vez, comporta una fuga a la abstracción y a los juegos y pugnas de los materiales y el color.

Otra serie, esta de pequeño formato, y elaborada con técnica y temperas, continúa insistiendo en esos valores expresivos del color y en los ritmos constructivos de la materia, con ese trazo tradicionalmente constitutivo del buen hacer de Antonio Bujalance, tan característico de toda su trayectoria, en la que dominan las estructuras verticales y un sentido ascensional de los rasgos y grafías.